viernes, 9 de abril de 2010

Las anomalías de la placenta

Un embarazo puede presentar problemas por culpa de una mala inserción de la placenta, que acaba recubriendo u obstruyendo (parcial o totalmente) el cuello del útero. Otro tipo de complicación es que la placenta se despegue de la pared uterina antes del parto.

La placenta previa

Cuando la placenta cubre el orificio interno del cuello uterino y se interpone así entre el feto y la vagina, impide el parto por vía natural. Además, provoca un riesgo de hemorragia, ya que los vasos grandes del útero y la placenta se pueden romper.
Si una ecografía revela esta anomalía, llamada placenta previa, se deben tomar varias precauciones: es obligatorio el reposo, al igual que la abstinencia sexual; no se pueden practicar exploraciones vaginales. La mujer debe ser hospitalizada al final del embarazo y el parto sólo puede llevarse a cabo mediante una cesárea.

El hematoma retroplacentario

Cuando la placenta se desprende -en parte o en su totalidad- durante los últimos meses de la gestación, suelen producirse hemorragias asociadas a contracciones uterinas dolorosas y permanentes.
Las mujeres embarazadas que sufren hipertensión arterial están más expuestas a este accidente, que puede acarrear la muerte del feto y desencadenar una grave hemorragia en la madre.
Para prevenir estas complicaciones, se debe practicar una cesárea con carácter de urgencia. El hematoma retroplacentario afecta a menudo a las mujeres que ya han tenido esta anomalía en un primer embarazo. Durante los embarazos ulteriores, la madre deberá ser hospitalizada al final de la gestación.

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